La capacidad de sorprendernos o la necesidad de tener que improvisar, es sin duda lo que hace que los viajes sean especiales. Para muestra un botón, porque lo que iban a ser unas mini vacaciones de relax en Lanzarote, se convirtieron en un "paseo" por la zona costera e interior del sur de Francia.
Marsella, Montpellier y Avignon, a los que dedicamos cuatro días, fueron nuestros destinos vacacionales del pasado verano. A priori, destinos que no estarían en los planes veraniegos de muchas personas, pero que, vivida la experiencia, recomendamos sin dudarlo.
El viaje
Marsella fue el destino elegido para adentrarnos en el país galo, y desde donde arrancaría y finalizaría nuestro itinerario.
Su Aeropuerto, es destino de algunas de las compañías de línea regular más importantes, así como de bajo coste.
Desde España, Iberia, Vueling o Ryanair son las que ofrecen frecuencias de vuelos a la ciudad de la Costa Azul. Nosotros viajamos con Ryanair.
En Sky scanner podréis encontrar comparativas entre diferentes compañías.
Día 1 - Marsella
Marsella es una ciudad que conjuga perfectamente el turismo de playa con el cultural, de ahí que nuestra propuesta sea dedicar un día a visitar sus monumentos, perderse por sus calles y disfrutar de su ambiente dinámico, y otro para darse un chapuzón en las limpias y frías aguas de algunas de sus playas o calas, realmente bellas.
Desde el primer momento teníamos claro que, salvo muy contadas excepciones, no dedicaríamos tiempo a visitar museos o atracciones turísticas de interior, ya que disponíamos de 4 días para visitar 3 ciudades diferentes.
Para el primer día el Marsella nos alojamos en el hotel IBIS Gare Saint Charles, muy bien situado justo al lado de la estación de ferrocarril Saint Charles, donde nos dejó el autobús que tomamos en el aeropuerto, y cuyo billete de ida y vuelta nos salió por 13'80 €/persona. Para conseguir más información, podéis visitar la web de Navette Marseille Aeroport: http://www.navettemarseilleaeroport.com/
Como siempre (bueno, casi siempre, como ya os contaré más adelante), la marca IBIS de la cadena Accor no nos defraudó, buena relación calidad/precio y ubicación.
Una vez instalados, comenzamos nuestro paseo buscando el Vieux Port, donde se alza el Fuerte de Saint Jean, que junto con la Iglesia de Saint Ferreol, la Abadía de San Víctor de Marsella y numerosos restaurantes y tiendas son reclamo para los turistas que pasean por la zona.
Desde aquí caminamos hacia el Barrio de Le Panier, sin duda obligada visita para disfrutar de la estrechez de sus calles de ambiente mediterráneo, perfumadas por el jabón de Marsella, o de algunas de sus plazas en las que poder hacer un descanso en una de las terrazas que se ubican en ellas antes de buscar la Vieille Charité, antiguo hospital de la Caridad y actual sede de dos museos.
A continuación, bajamos de nuevo buscando la zona del Puerto, no sin antes detenernos a contemplar la Catedral de Santa María la Mayor, que se encuentra en una explanada entre el Viejo y el Nuevo Puerto. Desgraciadamente se encontraba en obras, lo que le resta belleza al edificio.
Caminando junto al mar, llegamos al Fuerte de Saint Jean, al que rodeamos para volver a nuestro punto de partida, justo desde donde se ubican las paradas del tren turístico de Marsella, que realizan dos itinerarios: por el Barrio de Le Panier y la Catedral y, el que nosotros tomamos, hacia la Basílica de Notre Dame de la Garde, situada en el punto más alto de la ciudad. El precio del billete es de 7 € para adultos y 4 € para niños.
El recorrido del tren, que dura unos 30 minutos aproximadamente, nos permitió pasar junto a una de las playa más conocidas de Marsella, la de Les Catalans. Llama la atención que se encuentra delimitada por una valla y tiene horario de acceso.
De Notre Dame de la Garde destaca tanto su interior, muy curiosos los elementos relacionados con el mundo marinero que cuelgan del techo, como su alrededor, desde donde se puede disfrutar de unas vistas increíbles de toda la ciudad.
Concluida nuestra visita, el tren nos dejaría de nuevo en el Puerto. Nos detuvimos en un mercadillo artesanal, de nuevo con el jabón de Marsella como producto estrella, antes de encaminarnos al hotel para descansar, con unos cuantos kilómetros en nuestras piernas, y coger fuerzas para la siguiente parada que haríamos en el segundo día de nuestro viaje: Montpellier.
Día 2 - Montpellier
Una de las cosas que más nos llamaba la atención de nuestro viaje era el poder disfrutar de los paisajes a través de la ventanilla de los trenes. Es un medio de transporte muy recomendable ya que te obligas a depender de un horario para aprovechar bien cada jornada.
En la web de Rail Europe disponéis de toda la información necesaria.
https://www.raileurope.com/es/index.html?country_origin=ES
A las 8:06 nos pusimos en marcha desde Marsella, y a las 9:28 bajaríamos del tren en la Estación de Saint-Roch de Montpellier. El precio del billete fue 25 €/persona.
Nos dirigimos entonces a nuestro alojamiento, el Hotel Kiryad Centre Antigone que, a diferencia de nuestras anteriores elecciones, no estaba próximo a la Estación de tren de Montpellier, pero con muy buen acceso gracias a su red de tranvías. Hotel bastante correcto, con personal muy amable y habitación, aunque no muy grande, limpia y confortable.
Tras dejar nuestras maletas, salimos en búsqueda del Estadio de La Mosson, sede del Montpellier Hérault Sport Club. El Estadio estaba situado prácticamente en el otro extremo de donde nos encontrábamos, por lo que tuvimos que tomar varios tranvías. Afortunadamente en la Place du Comedie adquirimos en unas máquinas expendedoras la tarjeta de viajes TaM, que por 6 € (Forfait Famille) nos permitía tomar el tranvía todas las veces que quisiéramos durante 24 horas desde el momento en que fuese expendida.
Llegamos a La Mosson, un barrio del que no nos dieron buenas referencias en el hotel, pero sinceramente nos pareció normal. Era agosto, por lo que el Estadio estaba cerrado, algo normal, y tras tomar unas fotografías con el escudo del equipo de fondo, volvimos sobre nuestros pasos buscando el centro de la ciudad.
Lo bueno de esta ciudad es que centro histórico es peatonal, por lo que merece la pena perderse por sus calles. La Place du Comedie, donde se ubican una preciosa fuente y el edificio de la Ópera Comedie, la oficina de Turismo y numerosos bares y restaurantes es su zona de mayor actividad.
Hasta la Comedie llegamos adentrándonos por la Puerta de Peyrou, justo al lado del Promenade de Peyrou, una zona ajardinada donde contemplamos una estatua de Luis XIV a caballo, el Castillo de Agua y el Acueducto de San Clemente. Un lugar en el que, si el calor no aprieta mucho, puede hacerse una parada para reponer fuerzas con algún tentempié que llevemos en nuestra mochila, ya que no había ningún lugar en su interior en el que sirvan bebidas ni comida.


Tras un buen paseo por el centro, en el que contemplamos la Catedral de San Pedro, la Iglesia de San Roc y la Torre Babotte, decidimos montarnos de nuevo en el tranvía, en esta ocasión buscando el Odysseum, una enorme zona comercial y de ocio, la mayor al aire libre en Europa, nuevamente alejada del centro, aunque no nos detuvimos mucho tiempo allí. Tras un corto paseo, nos desplazamos a la zona de Antigone, donde se ubicaba nuestro hotel y otro centro comercial. Ya comenzaban a pesar las piernas, por lo que tras comprar algunas cosas para cenar tranquilamente en la habitación, nos retiramos a descansar.
Día 3 - Avignon
Nuevamente con el tren como medio de transporte, dejábamos atrás Montpellier a las 10:13 horas para llegar a Avignon a las 11:21 horas. En esta ocasión, el billete salió 33 €/persona.
No operaba ningún tren directo más temprano, pero afortunadamente la Estación de Avignon y nuestro hotel, el IBIS Avignon Centre Gare, estaban colindantes, y justo a la entrada del casco antiguo de la ciudad.
Si hay un calificativo para la "Ciudad de los Papas" (conocida así por ser residencia de los Papas desde 1309 hasta 1377) es espectacular, y recomiendo su visita porque es una ciudad preciosa.
Por una de sus puertas amuralladas, que se encontraba justo frente a nuestro hotel, accedimos al centro histórico. En primer lugar fuimos a la oficina de Turismo que se encuentra, donde nos indicaron que si conseguíamos la Avignon Pass Card disfrutaríamos de descuentos en entradas, transportes, etc. Dicha tarjeta es gratuita y se obtiene en la primera visita turística que realicemos.
Es una ciudad pequeña y pudimos visitar muchos lugares, incluso dedicarle tiempo al Palacio de los Papas, cuyo interior es enorme y precisa de un buen espacio de tiempo. La visita nos salió 9 €/persona, si no dispones de las Pass Card sale por 11 €/persona.
Además, la Iglesia de Saint Pierre, el Templo de San Marcial, el Ayuntamiento, la Place Pie, las murallas de Avignon, el Puente de Saint Benezéte, la Catedral de Notre Dame des Doms, sus calles perfumadas por el jabón de Marsella, un paseo junto al Ródano...son los atractivos de una ciudad que parece haber quedado parada en el tiempo.
Me maravilló tanto Avignon que las horas pasaron demasiado deprisa, incluso llega a apetecerte pasar un día más y seguir disfrutando de sus rincones. Al caer la tarde, y dada la cercanía del hotel, decidimos ir a asearnos y descansar un poco, porque pensábamos que por la noche la luz artificial daría una belleza espectacular a la ciudad. Y no nos equivocamos.
Paseamos, ya a un ritmo más tranquilo, por el caso histórico. Y volvimos a quedar encantados. Existe la posibilidad de hacer una visita nocturna al Palacio de los Papas, donde proyectan un espectáculo de luces en un patio interior, pero ya lo habíamos visitado durante el día, por lo que decidimos irnos a descansar.
Día 4 - Marsella
El último día de nuestro viaje lo pasaríamos en Marsella, donde llegamos desde Avignon en tren nuevamente, trayecto por el que pagamos 22€/persona.
Desde la Estación de Avignon tuvimos que tomar previamente una lanzadera hasta la Estación TGV de Avignon, cuyo billete sale por unos 5€/persona, y se puede adquirir en las ventanillas de la Estación.
En esta ocasión, decidimos cambiar de alojamiento, y nos hospedamos en el IBIS Budget Vieux Port. No recomendaré este hotel ya que, su excelente situación, buen precio y amabilidad de su staff, fueron eclipsados por la falta de limpieza de la habitación y baño. Creo que es la primera vez que deseamos que llegara la hora de abandonar el hotel, lo que suponía dirigirse al aeropuerto para volver a casa. Una lástima porque la marca IBIS no suele defraudar.
Centrándonos en nuestro último día de viaje, nos lo planteamos de forma más relajada. Para ello, había una excursión que no queríamos dejar atrás: la visita al Castillo D'If, famosa prisión dada a conocer en la novela El Conde de Monte-Cristo.
Tras consultar el precio del billete de barco que nos trasladaba al Castillo, preferimos decantarnos por verlo de cerca, sin abandonar el barco, y seguir la excursión hasta la Isla de Frioul, donde pasaríamos un fantástico día de playa en un entorno precioso de aguas gélidas, pero cristalinas. Un consejo: llevar algún tipo de calzado si os pensáis dar un chupuzón, ya que en algunas zonas el suelo es de rocas muy resbaladizas.
Para finalizar el día, decidimos volvernos al hotel cuando comenzaba a caer la tarde. Precioso el paseo de regreso en el barco adentrándonos en el Vieux Port de Marsella con la puesta de sol.
Ya en "tierra", dimos el que sería nuestro último paseo por tierras francesas antes de irnos a descansar, pues nuestro despertador nos despertaría de este viaje de ensueño a las 3 de la madrugada para dirigirnos en un coche de alquiler (sin GPS, con todo lo que ello conlleva) buscando el Aeropuerto de Marsella, lugar donde pondríamos punto y final a nuestras vacaciones a la francesa.
Espero que os guste y que mis experiencias os animen a visitar estas ciudades.